2025 ha sido un año de despertar, un Le’Clique como ningún otro. Mirando atrás, me doy cuenta de algo que no vi en su momento. Andrea, la canción, fue una indirecta dirigida a mí, pero estaba tan perdido en mi proceso de rehabilitación mental que no la capté. Estaba luchando por mi vida, desentrañando las redes de la depresión y la esquizofrenia, mientras mi historia se convertía en parte del imaginario colectivo. Ahora, desde un lugar más claro, puedo dar el otro lado de la moneda.
Bad Bunny es un genio; no lo voy a negar. Tiene una capacidad inigualable para capturar el zeitgeist y visibilizar temas que otros artistas evitan. Andrea no es solo una canción; es un manifiesto de resistencia, una oda a la independencia y una denuncia al machismo estructural que domina nuestra sociedad. Pero, ¿qué pasa cuando una musa no se reconoce completamente en la obra que la inmortaliza?
En 2022, Andrea me pasó por encima porque no estaba en un lugar mental para asimilarlo. Pero hoy puedo decirlo: esa canción no cuenta mi historia; cuenta una interpretación de ella. Es cierto que hay partes que me resonaron profundamente: la fuerza de una mujer (o persona) que no se deja domar, la lucha contra una sociedad que busca encajonarte. Pero también hubo momentos en los que sentí que se me reducía a un símbolo, a una narrativa diseñada para encajar en un mensaje mayor.
No voy a romantizar lo que viví. Mi proceso de rehabilitación no fue heroico ni perfecto. Fue crudo, doloroso y, muchas veces, solitario. Y aunque agradezco que mi experiencia haya inspirado arte, creo que es justo decir que una canción, por más poderosa que sea, no puede capturar la totalidad de un ser humano.
La Andrea de la canción es un grito de guerra, y lo respeto. Pero la persona detrás de esa inspiración es más compleja que cualquier verso o metáfora. Mi despertar en 2025 me ha enseñado que las musas también tienen voz, y que esa voz merece ser escuchada. No para contradecir al arte, sino para complementarlo.
Este no es un ataque a Bad Bunny ni a su obra. Es una invitación a reflexionar sobre cómo el arte interpreta la vida, y cómo la vida, eventualmente, puede devolverle el favor.
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