La historia de América Latina es la historia de una región marcada por la intrusión extranjera, desde el saqueo colonial hasta la manipulación moderna de nuestros procesos políticos. Hemos sido un patio trasero para intereses imperiales, pero ese ciclo debe terminar. El tiempo de la emancipación ha llegado, y nuestra voz unida es la clave para exigir el respeto y la soberanía que merecemos.
Las intervenciones extranjeras no son un mito, son una herida abierta. Gobiernos fueron derrocados, dictaduras impuestas, y todo bajo excusas de orden global. Pero el verdadero objetivo siempre fue el control: de nuestros recursos, nuestras tierras y nuestras decisiones. Hoy, con nuevas caras como la deuda externa y tratados desiguales, la dependencia sigue siendo su arma. Nos han vendido la idea de que no podemos gobernarnos, cuando es su interferencia la que nos ha mantenido estancados.
América Latina siempre ha demostrado resiliencia y un espíritu indomable de libertad. Pero esta lucha no puede ser aislada. Durante siglos, nos han dividido para debilitarnos, pero la solución está clara: la unidad. Los problemas de un país son los problemas de todos. Solo como un bloque fuerte podremos dejar de ser vulnerables y convertirnos en una fuerza que nadie pueda manipular ni ignorar. La emancipación verdadera comienza con la unión de nuestros pueblos.
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