Preámbulo
Puerto Rico lleva más de un siglo atrapado en un dilema que no termina de resolverse. Ni colonia ni estado, ni soberano ni sometido, el país ha sobrevivido a la deriva, rehén de un estatus que le niega su derecho a decidir. Entre promesas incumplidas y falsas alternativas, el pueblo ha sido condicionado a creer que la única salida es seguir esperando.
Pero la historia no se escribe con paciencia. Se escribe con decisión.
Por eso, este documento es una declaración de principios, una hoja de ruta para quienes entienden que no podemos seguir jugando bajo las reglas de un sistema diseñado para mantenernos en la incertidumbre. No buscamos más migajas de poder, ni un asiento en una mesa donde nunca seremos dueños del banquete. No pedimos permiso. Tampoco mendigamos reconocimiento.
Renunciamos al dilema. Y al hacerlo, lo trascendemos.
Este pacto no es con un gobierno, ni con una élite, ni con una institución extranjera. Este pacto es entre puertorriqueños, entre generaciones, entre quienes han entendido que la libertad no es algo que se pide, sino algo que se ejerce.
I. Renunciar para decidir
Nos han enseñado que renunciar es perder. Pero la renuncia estratégica es el primer acto de autonomía. No se trata de rendirse, sino de soltar un lastre que nos impide avanzar.
Renunciamos al ELA como fórmula política, porque no es ni libre ni asociado.
Renunciamos a la estadidad como meta, porque es una promesa imposible dentro de la estructura imperial de Estados Unidos.
Renunciamos a la dependencia como forma de vida, porque es la cadena que perpetúa la sumisión.
II. La Tercera Vía: Aurea Mediocritas
La independencia no tiene que ser un salto al vacío ni un regreso al pasado. Tampoco tiene que ser un extremo ideológico. Existe un punto intermedio entre el caos y la sumisión, entre el maximalismo y la resignación: una soberanía estratégica y pragmática.
El concepto de Aurea Mediocritas, extraído de la sabiduría clásica, nos recuerda que la virtud está en el balance. Que el éxito de una nación no depende de utopías inalcanzables, sino de pasos firmes y concretos. Que el poder no se mide en grandilocuencia, sino en estabilidad y autodeterminación.
Por eso, proponemos:
Un modelo de soberanía funcional, en el que Puerto Rico controle su política fiscal, sus relaciones exteriores y sus recursos naturales, sin ataduras impuestas por una metrópoli distante.
Un pacto comercial con Estados Unidos, basado en intereses mutuos y no en la tutela colonial.
Un enfoque realista y gradual, que priorice la autosuficiencia antes que el simbolismo político.
III. El Nuevo Pacto
Este pacto es una invitación a pensar fuera del molde. A abandonar las falsas dicotomías que han paralizado al país durante décadas. A entender que la independencia no es un capricho nacionalista, sino una necesidad económica, política y cultural.
Nos comprometemos a:
Defender un modelo de nación basado en la soberanía responsable.
Romper con la mentalidad de dependencia y fomentar una economía autónoma.
Construir un futuro en el que las decisiones de Puerto Rico se tomen en Puerto Rico.
Este no es un llamado a la rebelión, sino a la madurez. A entender que el verdadero acto revolucionario no es luchar eternamente por un ideal inalcanzable, sino construir una realidad viable.
La historia nos ha colocado en una encrucijada. Nosotros elegimos salir del laberinto.
Puerto Rico, ha llegado la hora de firmar un nuevo pacto.
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