A la Policía Estatal del pueblo de Puerto Rico:
Este escrito nace de la necesidad de reconocer mis palabras, mis acciones y, sobre todo, mis juicios. En ocasiones, la pasión y el deseo de analizar nuestro entorno me han llevado a emitir opiniones que, aunque críticas, pudieron haber cruzado el límite del respeto.
Quiero aclarar que mi intención jamás ha sido desacreditar ni menospreciar el esfuerzo que realizan diariamente para mantener el orden y la seguridad en nuestras calles. La labor de un oficial de policía es una de las más difíciles e ingratas, un sacrificio que pocos estarían dispuestos a hacer. Es un llamado que requiere disciplina, valentía y humanidad.
Reconozco que he señalado aspectos negativos del sistema que representan, pero también sé que no es justo juzgar a quienes trabajan con las herramientas que les da ese sistema. Es fácil caer en la crítica cuando no se comprende completamente el contexto ni las limitaciones con las que ustedes trabajan. Por ello, ofrezco esta disculpa sincera: no solo como un acto de humildad, sino como un intento de encontrar un terreno común entre quienes deseamos construir un mejor Puerto Rico.
No se trata de idealizar ni de justificar, sino de entender que en este archipiélago que compartimos, somos parte de una misma realidad. Enfrentamos los mismos retos sociales y compartimos el anhelo de una sociedad más justa, equitativa y pacífica.
Espero que estas palabras sirvan como un gesto de reconciliación y como un recordatorio de que, aunque podamos vivir en mundos diferentes, no hay razón para no trabajar juntos hacia un mejor futuro para todos.
Gracias por leerme. Gracias por su servicio.
Con respeto,
Leo
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