Las San Se tienden a ponerme en un estado melancólico. Guaguas pasan constantemente, incontables bocinas; pero un mismo espíritu las une. A veces es simplemente mejor dejar de escuchar la ciudad, pero veo lejana la posibilidad de escaparla. La nostalgia que evoca nunca para de impresionarme. Desde sus adoquines hasta quienes los pusieron, todos, de cierta manera, encajan y cumplen en nombre de nadie, excepto de ellos mismos.
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