Lejos del mar, en aquel monte, a una altura que ningún humano podía llegar, se escuchaban discutiendo dos de aquellas potencias que inhabitaban lo divino. No podíamos verlo con nuestros ojos, pero podíamos escucharlo claramente. El dilema se discutía todos los días y a la misma vez nunca.
Esencialmente Dionisio se había quedado despierto toda la noche, tratando de trazar las estrellas y hacer figuras con ellas. Esto, a Apolo, le pareció ridículo, y le exigía todos los días que aprovechara la luz del sol para servirle a su comunidad. La mayoría de los dioses le dieron poca importancia al dilema, reclinándose hacia Apolo por costumbre.
Esto enfadaba a Dionisio, al punto del que este se emborrachaba todas las noches, para seguir encontrando sus patrones inútiles. Con el tiempo, no quedaba ni una estrella por trazar, ni una figura nueva por encontrar.
Comments